

Secciones
Servicios
Destacamos
Paula de Las Heras
Viernes, 11 de abril 2025, 07:32
«La política exterior de España no va contra nadie», reivindicó ayer Pedro Sánchez desde Pekín. El presidente del Gobierno cerró en la capital de ... China un polémico viaje, criticado tanto por el primer partido de la oposición como por la Casa Blanca, en plena escalada arancelaria entre la primera y la segunda potencia mundial y justo cuando la Unión Europea negocia con Estados Unidos la retirada completa de las tasas a la exportación impuestas a sus productos. El PP tilda la visita de inoportuna y sostiene que tampoco ha sentado bien a los socios comunitarios. El Ejecutivo lo niega. «La UE y España –aseguró Sánchez– defienden los mismos principios, los mismos valores y los mismos intereses».
El anterior encuentro entre Sánchez y el presidente Xi Jimping ya causó en septiembre del año pasado un enorme revuelo. Para desconcierto de Bruselas, Sánchez pidió entonces a la Comisión Europea que reconsiderara los aranceles impuestos a los vehículos eléctricos chinos. Una medida acordada como respuesta a la competencia desleal que suponen los subsidios de Pekín a sus empresas, pero que, a su vez, China estaba dispuesta a contestar, entre otras cosas, con barreras a la venta de cerdo, la principal exportación agroalimentaria de España a China, con un importe de 571 millones de euros en 2024.
El escenario ahora es distinto. El propio comisario europeo de Comercio, Maroš Šefčovič, negocia ya la posibilidad de sustituir los aranceles por unos precios mínimos, una medida más del agrado de China y Sánchez no está solo en la idea de que la llegada de Dondald Trump a la Casa Blanca y su actitud hacia Europa obligan a ampliar mercados y lazos diplomáticos. Según el diario hongkonés South China Morning Post, la presidenta de la Comisión, Ursula Von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, viararán a Pekín en julio. El mes en el que vence, en principio, la moratoria arancelaria de Trump.
Noticia relacionada
Ante la prensa, tras un encuentro de más de tres horas con Xi, el presidente del Gobierno defendió ayer su posición. «Si el panorama mundial nos urge algo es a apostar por la apertura, por la cooperación internacional, por ampliar nuestra red de relaciones con otros países y otros bloques regionales». En todo caso, la UE nunca se ha cerrado al diálogo con China, a la que considera un «rival sistémico que promueve modelos alternativos de gobernanza». Pero también un «socio cooperador», con el que tiene objetivos «estrechamente alineados» y un «socio negociador» con el que está obligado a encontrar un «equilibrio de intereses».
Frente a las críticas de la oposición, el jefe del Gobierno argumentó además que su política exterior es «coherente y consecuente» con la de anteriores administraciones y que su viaje, programado desde antes de que se intensificara la guerra arancelaria entre EE UU y China, no debería ser visto como una provocación a nadie. «España es un actor activo en la construcción del vínculo transatlántico con un socio histórico y queremos contribuir a esa relación positiva entre la UE y Estados Unidos, que ha sido mutuamente beneficiosa», aseguró.
El presidente regresa a España de su tercera visita a Pekín desde marzo de 2023 con tres acuerdos comerciales bajo el brazo. El mayor de ellos beneficiará al sector del porcino; otro concierne a las cerezas, incluidas por primera vez en la lista de productos exportables; y un tercero debería servir para abrir puertas a la exportación de productos sanitarios, medicamentos y cosméticos. Sánchez aprovechó además para tratar de rematar inversiones en el ámbito de la automoción, las baterías y las energías renovables.
La relación con China tiene en todo caso muchas aristas y no solo en lo puramente comercial. Hace apenas cuatro días, en Japón, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, advirtió de que no se puede ser «ingenuo» con la expansión militar del gran gigante asiático, que está apoyando a Rusia y aumentando sus fuerzas armadas «a un ritmo acelerado». Sánchez –aplaudido por sus socios de Sumar por situar a España en el «principal centro económico» mundial frente a unos Estados Unidos en «declive»– aseguró haber trasladado a Xi que las relaciones económicas y comerciales con la UE deben ser más «equilibradas» y haber puesto sobre la mesa asuntos como «el respeto al Derecho Internacional y la búsqueda de una paz justa y duradera» en Ucrania y Oriente Próximo.
El PP cree, sin embargo, que mantener la visita a China ha sido «una irresponsabilidad» que «daña la posición internacional de España». Su portavoz, Borja Sémper, acusó incluso a Sánchez de generar otra polémica para desviar la atención de la corrupción que salpica a su partido. Desde la izquierda, Podemos también se mostró crítico pero con un argumento inverso. Irene Montero, señalada como candidata de la formación a las generales, adujo que mientras no se acabe con la «sumisión militar y económica» a EE UU todo queda en «puro maquillaje».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.