
El restaurante | Café Moderno
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El restaurante | Café Moderno
La puesta en valor de la cocina caseraEl Café Moderno ha sido testigo de dos guerras mundiales, una guerra civil, dos dictaduras, de la transición y restauración de la democracia, de la ... aprobación de la Constitución Española, de dos pandemias... Por su establecimiento han desfilado políticos, actores, actrices, personajes públicos, ciudadanos anónimos... Y pese a rondar casi los 110 años, mantiene el mismo espíritu que le vio nacer. Desde su posición privilegiada en la plaza Martínez Zaporta, observa el ir y venir de la gente, mientras asiste a un inevitable paso del tiempo, donde sigue escribiendo en primera persona páginas y páginas que forman parte de la historia viva de Logroño y la de una familia, los Moracia. El relato de cuatro generaciones –Mariano, Julián, Mariano y Adrián– que han sabido, y siguen sabiendo, dar sentido a un negocio hostelero que crece y se diversifica para poder satisfacer los deseos de una clientela muy variada, mientras se mantiene fiel a su esencia.
Cuando la Plaza Martínez Zaporta era la Plaza de la Imprenta, el Café Moderno vio la luz. Era 1916. En esos primeros años, la gente acudía a pasar la tarde, a tomar un café. A mediados de los cincuenta dieron un paso más y empezaron a cobrar forma sus primeras raciones: las patatas casonas –como las bravas, pero sin mahonesa– y el bocadillo de calamares, todo ello de la mano de su cocinero, Jesús 'el Madrileño'. Dos platos que hoy en día siguen.
¿Dónde se encuentra? En la Plaza Martínez Zaporta, 7 (Logroño).
Horario Lunes, miércoles, jueves, viernes, sábados y domingos, de 9 a 23.30 horas (la cocina tiene el mismo horario). Martes, cerrado.
Reservas Por whatsapp en el número 670 46 15 68; o en el teléfono 941 22 00 42.
El menú llegó en los años 70. Hasta en eso el Moderno fue moderno, innovador. La madre de Mariano Moracia, que junto a su hijo Adrián son ahora los rostros visibles del mítico establecimiento, fue la que comenzó a preparar esos platos que han llegado hasta la actualidad. Fue todo casual. Ella los elaboraba para la familia, que en vez de regresar a casa comía en el restaurante. Vieron que había un zapatero, soltero, y le invitaron a comer con ellos. Luego a otra persona. Y de esos dos pasaron a cuatro, a cinco... y entendieron que era posible ofrecer este servicio cuando en Logroño apenas existía este tipo de oferta. «No había esa cultura que hay ahora de salir a comer fuera», recuerda Mariano.
Y esos primeros menús han evolucionado hasta los actuales, pero manteniendo la esencia del principio: cocina tradicional, casera, la que se preparaba a diario en los hogares con mucho mimo. No faltan las patatas a la riojana, el potaje –caparrones, garbanzos, lentejas...–, la menestra de verdura en la que sobresale su producto fresco. «No le ponemos mucho más a nuestros platos. Es todo natural. Preparamos cocina riojana, porque fue mi madre la que lo inició. Y es la cocina que se hacía en los pueblos, porque ella era de Pedroso».
Y como segundos, destacan platos como el cordero guisado, la ternera estofada, el bacalao a la riojana, los calamares en su tinta y la casquería –callos, patitas, etc.–. Un menú que se cierra con postres caseros: arroz con leche, leche frita, natillas y que se sirve de lunes a domingo, tanto en las comidas como en las cenas, y a un precio de 15 euros. «Nosotros seguimos manteniendo ese espíritu de la cocina tradicional nuestra, que es la que trajo mi madre, y que ha continuado mi mujer Alicia», reconoce Mariano.
Porque el Moderno, que afrontó su última remodelación en 1980, se mantiene como un restaurante familiar; un legado que pasa de generación en generación. No en vano, Adrián ya ha dado un paso al frente para relevar a su progenitor. Y su premisa es bien clara, seguir manteniendo la esencia del Moderno en cuanto a cocina. El interior conserva esos guiños al pasado. Su reloj Coppel, que lleva marcando las horas desde hace cien años, llama la atención nada más traspasar la puerta principal. Vestigio de otra época, como también otros elementos que forman parte de su seña de identidad: la máquina para rellenar de gasolina los mecheros de martillo, su antigua cafetera exprés y la dispensadora de refrescos, las cristaleras de anís del mono, su gran barra americana...
El Moderno se ha convertido en la historia viva de Logroño, y para seguir formando parte de ella, va creciendo y evolucionando. Al final del local han ubicado su 'Bodeguita', con unos tintes más modernos y donde es posible comer el menú en un ambiente más tranquilo, lejos del frenético ritmo que se dispensa en la parte de la cafetería. Han aprovechado, igualmente, uno de los bajos de los Cines Moderno, para abrir ahí 'El ambigú del Moderno', reconvertido en chocolatería en invierno, pero que cuando llega el buen tiempo sirve de extensión al restaurante. Y al otro lado de la plaza se halla 'El Encuentro del Moderno', más enfocado a eventos privados y donde se trabaja con menús personalizados.
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