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El presidente Trump y el secretario de defensa, Pete Hegseth, admitieron de forma casual el despliegue de tropas estadounidenses en el Canal de Panamá durante ... una reunión del gabinete celebrada frente a la prensa el jueves en la Casa Blanca,
«Hemos trasladado muchas tropas a Panamá, y, llenamos algunas áreas que solíamos tener y que ya no teníamos. Pero ahora las tenemos. Y creo que está en muy buen control, ¿verdad?», dijo Trump mirando a Hegseth, que respondió: «Sí, señor».
El despliegue se produce después del viaje de Hegseth a Panamá a principios de semana donde se reunió con el presidente de Panamá, José Raúl Mulino, para la firma de un acuerdo bilateral en materia de seguridad que permite la ampliación de la presencia militar estadounidense de forma temporal en territorio panameño.
«Estamos recuperando el Canal. China tenía demasiada influencia, Obama y los otros la dejaron entrar. Junto con Panamá los estamos expulsando, señor», dijo Hegseth a Trump.
El acuerdo con Panamá subraya el cambio de postura del presidente panameño, tras las primeras reacciones del mandatario de crítica y oposición a Trump, que llegó a amenazar incluso con la recuperación del Canal por la fuerza (militar) si era necesario.
La visita de Hegseth y la firma de un acuerdo que, por encima de todo, reconoce la soberanía de Panamá sobre el Canal, parece haber aliviado las tensiones entre Washington y Ciudad de Panamá, al menos por ahora.
La amenaza de una potencial invasión, un tema sensible para los panameños, que revive el espectro de la dramática invasión estadounidense de 1989, ha llevado al Gobierno de Mulino a decantarse por la estrategia diplomática como forma de tratar de apaciguar a Trump. El esfuerzo se ha materializado en un acuerdo esta semana que, al tiempo que autoriza temporalmente tropas estadounidenses en la zona del Canal, refrenda la soberanía de Panamá sobre él.
Mulino defendió el acuerdo como base para mantener una relación estable y prudente con Washington, señalando que a Panamá «no le conviene la imagen de un país en controversia con los Estados Unidos».
El acuerdo, firmado por el jefe del Pentágono, Pete Hegseth, y el ministro de Seguridad de Panamá, Frank Ábrego, tendrá una duración de tres años prorrogables y establece que las instalaciones serán propiedad del Estado panameño para el «uso conjunto» por parte de las fuerzas de seguridad de ambos países.
En el tema de cooperación en seguridad, el convenio permite a las tropas estadounidenses reanudar maniobras de entrenamiento de guerra de la jungla.
En un punto importante para Panamá, el convenio excluye la presencia militar permanente, la instalación de bases militares o cesión de territorio, y enfatiza que los militares y contratistas estadounidenses solo podrán impartir entrenamiento, realizar ejercicios y actividades humanitarias, en las ubicaciones, instalaciones y áreas autorizadas para ello.
En una rueda de prensa el miércoles en Panamá, Hegset generó malestar al decir que los ejercicios conjuntos son «una oportunidad para revivir» una «base militar», donde operen «tropas estadounidenses».
En forma de corrección, en la misma conferencia de prensa, Ábrego respondió que «no podemos aceptar bases militares ni sitios de defensa» (norteamericanos) en Panamá.
Según la Cancillería panameña, el acuerdo «puede ser terminado unilateralmente por Panamá», por medio de su notificación a EE UU «con seis meses de antelación».
Como parte del convenio, Panamá aprobó también la cancelación de un acuerdo de infraestructura con China, así como realizar una auditoría financiera de la firma CK Hutchison Holdings, con sede en Hong Kong, propietaria de los puertos en los lados opuestos del Canal.
Más aún, Panamá ha acordado reembolsar a EE UU por las tarifas de tránsito de sus barcos por el Canal, después de que Trump falsamente acusara al país de imponer tarifas en exceso a sus embarcaciones comerciales.
El movimiento «de control» sobre el Canal es una de las piezas geo-estratégicas de la feroz guerra global en la que Trump se ha embarcado para obstruir el poderío comercial de China en el mundo.
El anuncio de compra (por 22.8 mil millones) a principios de marzo de los dos puertos de entrada y salida del Canal 'de parte de Trump' por la sociedad de inversión multinacional BlackRock (la más grande del mundo del financiero estadounidense Larry Fink), transfiere de facto el control del Canal como ruta comercial estratégica a manos norteamericanas.
El control portuario unido a la presencia militar estadounidense en el Canal, otorga a Washington el potencial poder de restringir a conveniencia el tránsito a las embarcaciones comerciales chinas, así como de imponerle tarifas más altas, que aumentarían sus costos y reducirían la influencia china en la región.
En medio de la implacable guerra de tarifas que mantiene con su rival comercial americano, Pekín anunció este viernes que abrirá una revisión del acuerdo de CK Hutchison Holdings, del multimillonario Li Ka-Shing sobre el acuerdo de venta de 43 puertos en todo el mundo, que incluye los dos en el Canal de Panamá.
El Gobierno chino ha tildado a Li Ka-Shing de «traidor» y de «traicionar a todos los chinos» por su acuerdo de venta con Blackrock, y de actuar «en concierto con la hegemonía estadounidense».
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