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Neza Skrt, enóloga de Aiurri, y Pedro Ruiz Aragoneses en un momento de la cata del miércoles por la noche en el Hotel Gran Vía J. Rodríguez
Club de catas

Alma Carraovejas... y borgoñona

Pedro Ruiz Aragoneses conduce una espectacular cata de tintos de Rioja, Ribera, Ribeiro y Gredos

Alberto Gil

Logroño

Jueves, 21 de noviembre 2024

Prometía Pedro Ruiz Aragoneses un viaje por buena parte de la geografía vitícola española y la conducción fue excelente. Pago de Carraovejas nació del restaurante del padre de Pedro, José María que, especializado en el asado, quería abastecerse de vino en la incipiente entonces Ribera del Duero. De aquella semilla, convertida tras un par de décadas en una de las bodegas más respetadas del país, nació Alma Carraovejas, un proyecto ya tripulado por Pedro que, de 2016 a 2024, ha consolidado su presencia en Ribera con una segunda bodega (Milsetentayseis), Rioja (Aiurri), Segovia (Ossian), Ribeiro (Viña Mein-Emilio Rojo) y Gredos (Marañones): «No lo habíamos pensado así, fueron oportunidades que fueron saliendo, pero nos gusta volar, aunque con los pies en el suelo, y ahora lo importante es asentar todos estos nuevos proyectos», confesó Ruiz Aragoneses.

La cata

Pedro Ruiz prometía a los aficionados del club de lomejordelvinoderioja.com una cata especial, y así fue, con nada menos que nueve vinos y varias primicias. Comenzó, lógicamente, con Aiurri, la bodega de Leza (Rioja Alavesa) que adquirieron en 2020: «Habíamos intentado con anterioridad llegar a Rioja, pero las negociaciones no fructificaron». Tras lograrlo, Alma Carraovejas rehabilitó la bodega en esta pequeña localidad alavesa, con la mayor cantidad de viñedo viejo de Rioja y donde ya ha adquirido 28 hectáreas en 60 parcelas: «Para nosotros, el viñedo no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo para nuestros hijos y poder llegar a Leza, con tal cantidad de minifundios y viejas parcelas ha sido una gran oportunidad».

Pedro Ruiz Aragoneses

«La clave para el despegue de Alma fue dejar de hablar de crianzas y reservas y empezar a hacerlo de los viñedos»

Aiurri, de momento, cuenta con tres referencias: Landua, un vino de la Sonsierra (con uvas de San Vicente, Leza y Laguardia), Aiurri, un vino de pueblo (Leza), que ensambla varias parcelas, y Salas un parcelario de un viñedo centenario. El CEO de Alma Carraovejas presentó las tres referencias en el mercado (2021, la actual, y primera añada) y un avance en primicia de la 2022 de Landua y Aiurri, ya que Salas no se elaboró al considerar la propiedad que no daría la talla. Yla evolución se nota: fantástico el Aiurri 2022, más fino y con menos madera que el 21 pese a que tiene meses por delante en botella antes de empezar a comercializarse, mientras que Landua es un vino más fluido e inmediato en ambas cosechas: «Estamos, y seguimos, aprendiendo, y también esa primera añada las maderas y las barricas eran nuevas, por lo que creo que vamos a seguir hacia arriba cada año», aclaró Neza Skrt, enóloga de Aiurri.

Los vinos y sus precios

  • Landua 2021 y 2022 (aún en bodega). 21 euros.

  • Aiurri 2021 y 2022 (aún en bodega). 39 euros.

  • Pago de Carraovejas 2022. 39 euros.

  • Milsetentayseis 2021. 50 €.

  • O Gran Mein Tinto 2020. 42€.

  • Marañones 2022. 18 euros (la 2021).

Y no le falta razón, puesto que, pese a que la 22 fue una añada más cálida que la 21, los vinos son más finos y precisos. Salas es otro concepto. En la 2021 se aprecia ya la carnosidad y el carácter de la viña vieja de Leza. Un acierto desde la primera cosecha y habrá que esperar a la 23 para conocer la evolución que, seguro, irá a más.

Ribera del Duero

Tras el repaso a Rioja, Pedro Ruiz Aragoneses presentó el buque insignia: Pago de Carraovejas, un Ribera de los chulos y con el gran mérito de elaborar 850.000 botellas –en añadas normales–: «Lo decimos con orgullo porque este vino es nuestra imagen y no es fácil trabajar una cantidad tan elevada a ese nivel de calidad», aclaró Pedro Ruiz. De Peñafiel a la Ribera burgalesa, con el viñedo viejo de Milsetentayseis 2021, una parcela que sube hasta los casi 1.100 metros de altitud y, para el cronista, aunque riojano de pro, el mejor vino de la noche: fino, elegante, largo y fresco. Otra Ribera del Duero.

En Galicia, en Ribeiro –una de las zonas vitícolas españolas más antiguas–, Pedro Ruiz confesó que se enamoró de un paisaje de bosque, suelos de granito y bancales casi imposibles. Lanzó una tentativa a Emilio Rojo, una de las referencias de culto en la zona, pensando que la respuesta sería negativa pero acabó juntado las escasas hectáreas del viticultor gallego, sin relevo familiar, con Viña Mein: «Fue una sorpresa, pero se me habían metido en la cabeza aquellos paisajes llenos de historia, y Emilio confió en nuestro proyecto». Ribeiro es tierra de blancos, pero también de tintos, como demostró O Gran Mein Tinto 2020: directo, con tensión y acidez y extremadamente atlántico, pero sin ser agresivo.

Y, para terminar, Marañones 2022, garnacha de la sierra de Gredos, otra zona histórica, ahora emergente, marcada por los suelos arenosos y de granito, la viña vieja y un terroir muy definido: «El vino –detalló Ruiz Aragoneses– es una expresión pura de ese paisaje». En la cata, como no podía ser otra forma con los vinos de Gredos, destaca la mineralidad, pero también las notas vegetales que no hacen precisamente fáciles estas garnachas.

En todo caso, espectacular el viaje de Alma Carraovejas, con un reflexión final de Pedro Ruiz Aragoneses más que interesante y aplicable en buena parte a Rioja: «La clave para el despegue de Alma fue dejar de hablar de crianzas y de reservas y comenzar a hacerlo de vinos de viñedo. De ahí ha nacido todo esto».

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