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Rosa Cancho
Miércoles, 12 de febrero 2025, 09:51
Sostiene José Manuel Carvalho Araújo que una de las principales preocupaciones de su estudio a la hora de enfrentarse al reto de diseñar las sedes del campus alavés del vino fue la luz. Nada tiene que ver la luminosidad de Portugal, país en que el prestigioso arquitecto ha desarrollado la mayor parte de su trabajo, con la de Laguardia o Vitoria. Pero su estudio ha resuelto el reto de manera tan magistral que ha sido el elegido para dar forma y contenido al EDA Drinks & Wine Campus del Basque Culinary Center. Está estos días en la capital alavesa para presentar ante las instituciones y entidades que promueven los edificios (Gobierno vasco, Diputación, Ayuntamiento y Basque Culinary Center) los detalles de cada uno de ellos así como para trabajar con los técnicos los aspectos necesarios para dar forma definitiva al proyecto.
Por eso ha regresado a la parcela de Lakua donde pronto se levantará el centro de formación e innovación que aspira a abrir sus puertas en 2026. Se ubicará en un solar de titularidad municipal de 8.610 metros cuadrados en la plaza de Euskaltzaindia, entre las calles Donostia y Rafael Alberti. Y su sello de identidad, explica Carvalho Araújo en declaraciones a El Correo, tiene mucho que ver con lo 'green'. De hecho ha sido «el alma verde de Vitoria la que ha inspirado» el novedoso inmueble. Mugarik gabe (Sin fronteras) formará sobre todo parte del paisaje. Su techumbre-jardín será, para el arquitecto luso, el principal nexo de conexión de los ciudadanos con el campus del vino. «Más que un edificio lo que proponemos es un tratamiento de un espacio verde del que surge un edificio y que tiene una fuerte relación con su entorno».
Rebobinemos. La sede vitoriana del EDA levanta, como si de un manto vegetal se tratara, una capa de suelo para crear un espacio transitable y con carácter propio. Reduce el impacto visual de la intervención «de manera orgánica», según la definición de los propios arquitectos y «dialoga» con la estación de autobuses anexa. Esta cubierta ajardinada, que acoge bajo su césped el edificio, se integrará en la infraestructura verde urbana, lo que ayuda a mejorar la calidad del aire en la zona, a mitigar el efecto isla de calor y favorecer la biodiversidad. «Se presenta como un plano inclinado que surge sin saber dónde empieza, desdibujando la percepción de la figura del edificio desde su fachada norte dejando que la cubierta sea parte de la topografía urbana».
La fachada que se eleva del suelo se gira y se muestra abierta hacia las calles Donostia y Boulevard de Euskal Herria. Así, el edificio ofrece dos entradas asociadas a dos dinámicas diferentes: una más formal dirigida al vestíbulo en esta misma esquina y una más informal que lo conecta directamente con el exterior.
Y entre puerta y puerta se agrupan un conjunto de espacios, las zonas de producción o las salas polivalentes diseñadas bajo el concepto 'learning by doing' característica del ecosistema Basque Culinary Center. El auditorio bajará desde la cota cero hasta el piso menos uno para comunicarse con el área de estudio y trabajo y con el área sensorial.
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