La diocésis detecta un incremento de los adultos que quieren recibir la confirmación

«Están aumentando», reconoce Víctor Manuel Jiménez, vicario episcopal de Pastoral de la diócesis y párroco de La Redonda, antes de señalar que este incremento del número de jóvenes a adultos que se quieren confirmar «desde la época universitaria hasta los 30 o 40 años» en la región, se ha producido «en los últimos cinco años». Para todos ellos se implantó «hace ya algunos años» una iniciación cristiana en la citada concatedral que recibe «casos singulares».

Este itinerario catecumenal, que consiste en un curso de catequesis para adultos que se desarrolla desde el mes de octubre hasta abril o mayo para recibir la primera comunión y/o la confirmación «en el tiempo pascual», acoge a personas que obtuvieron el bautismo pero no el resto de sacramentos. En el catecumenado, además, también se inscriben aquellos que decidieron «abandonar la práctica de la fe» y quieren proseguir ahora con la formación para recibir la confirmación. «En Logroño, que es una de las sedes principales, detectamos un aumento de los jóvenes adultos que quieren confirmarse o bautizarse», apunta el también responsable de este proceso formativo. Para el próximo año, ya hay 21 personas inscritas para obtener la confirmación y otras 3 para el bautismo.

Desde la diócesis también asisten a un alza en el número de adultos que «no habían recibido ningún sacramento en su vida» y que tras haber «indagado» en otras religiones o haberse declarado «ateos e incluso agnósticos», han decidido tomar parte en esta iniciación cristiana. «Hay muchos casos, dos incluso de personas que pertenecían a una secta, que tras su contacto con cristianos o con la iglesia católica, han descubierto que lo que realmente buscaban en su vida está en el Evangelio de Jesús», expone.

Entre los factores que están detrás de que cada vez haya más riojanos que quieran recibir los sacramentos cuando son adultos se encuentran que «vuelven a la fe por una reflexión seria sobre el sentido de la vida o por una decisión de conversión tras una búsqueda espiritual en la edad adulta». A veces, «tener una experiencia muy dura o de vacío existencial, les hace replantearse el sentido de su vida, que no está en vivir desde una perspectiva materialista o en hacerlo sin transcendencia, sino en reflexionar, en buscar la verdad y el propósito de la vida, en la fe de un Dios que nos ha creado, nos sostiene y nos aporta un modo de caminar con esperanza».