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Conceder o no conceder la licencia de obras solicitada... esa fue la cuestión, al menos una de ellas, con la que se encontró Conrado Escobar ... tras sustituir como alcalde a Pablo Hermoso de Mendoza a puertas del verano pasado. Sea como fuere, el nuevo primer edil siempre se ha agarrado al requerimiento del Ministerio de Cultura para realizar un estudio de impacto patrimonial externo al Ayuntamiento de Logroño del que siempre se decía que se iba a contratar, pero del que nunca se ha sabido. Y así ha sido hasta ahora.
La sede de Bosonit, más allá de en el papel, lleva en el aire desde que prácticamente salió a exposición pública en marzo de 2023... tras meses de dimes y diretes, de partidarios y detractores por lo que supondría (o no) en pleno corazón de la ciudad. La tecnológica presentó el proyecto básico del edificio de oficinas y residencia en el Casco Antiguo solicitando «licencia conjunta de obras y ambiental» para la construcción del oficialmente bautizado como «centro de alto rendimiento en tecnologías avanzadas».
«Mantenemos el apoyo al proyecto empresarial, pero seguimos teniendo dudas sobre el impacto visual que el edificio va a tener en el entorno. No se ha tramitado adecuadamente», dijo Escobar incluso antes de hacerse con el bastón de mando –aunque la aprobación inicial de la modificación puntual del PGM contó con el voto a favor del PP, con el posterior cambio de postura que le ha venido afeando continuamente el PSOE–.
Mucho se había hablado ya antes de la sede de Bosonit en el centro histórico desde que a finales de 2020, y tras la adjudicación del solar de Marqués de San Nicolás 20 a la empresa, este periódico desvelase que el complejo previsto por la misma estaba siendo proyectado por Kengo Kuma, el prestigioso y afamado arquitecto japonés –junto a Javier Villar, y con presupuesto de ejecución que supera los seis millones de euros–.
La polémica, en cualquier caso, arreció tras presentar el anteproyecto y conocerse que su idea solo tendría encaje mediante la previa modificación puntual del PGM en los terrenos municipales adquiridos por 1,54 millones de euros –con el compromiso de fijar hasta 251 contratos de trabajo indefinidos a jornada completa–.
La modificación definitiva llegó en febrero de 2023 sin la unanimidad inicial de abril de 2022 que ya se desdibujó en la provisional, pero despejando el camino para un proyecto al que Gobierno de La Rioja (también con el PSOE a la cabeza entonces) ya había dado su bendición al declararlo como de Interés Estratégico Regional a finales de 2021. Y Bosonit solicitó licencia al mes siguiente con la previsión de iniciar las obras durante el primer semestre de 2023.
Si la empresa se dio prisa, tampoco le faltó tiempo a la administración para que trascendiese que las cosas no iban a ser tan rápidas. Así, el director general de Arquitectura, Regeneración Urbana y Vivienda del Ayuntamiento de Logroño, Jesús María González Menorca, recomendaba denegar la licencia al proyecto básico de oficinas y residencia promovido por Bosonit, entre otras cuestiones, por su altura e impacto visual sobre las iglesias de Palacio y San Bartolomé, además de su alteración del Camino de Santiago. Sin respuesta más de un año después...
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