
Los pioneros de la parcelaria
Hervías ·
Los agricultores más veteranos recuerdan un proceso «bueno para todos» en el que «aun perdiendo, ganaba uno»Secciones
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Los agricultores más veteranos recuerdan un proceso «bueno para todos» en el que «aun perdiendo, ganaba uno»«Ya verá usted cómo han de venir a tomar ejemplo de nosotros todos los pueblos que hasta ahora nos criticaban. Y digo hasta ahora ... porque ya no queda ninguno que no comprenda el alcance y la importancia de estas obras», explicaba el labrador Ezequiel Moreno en marzo de 1960 a Diario LA RIOJA mientras tiraba del ronzal de su mulo. Sus palabras parecen un oráculo.
Entonces el proceso de la parcelaria de Hervías-Negueruela, que afectaba a 1.706 hectáreas de la zona, ya estaba puesto en marcha, aunque todavía quedaban cinco años para que se entregasen los títulos de propiedad.
Un momento histórico por lo que significaba de novedoso y revolucionario que ya solo pervive vagamente en el recuerdo de los más veteranos, como José Luis Alonso 'Santiaguito'. «El pueblo estaba deseando que se hiciera, era un bien porque suponía pasar de tener 25 fincas a una», rememora. Las cifras parecen un poco exageradas, pero solo un poco: de 5.504 parcelas censadas al principio de la concentración se pasaron a 665. La broma surge rápida entre los contertulios en el Casino de la localidad: «Había gente con más fincas que fanegas».
«Los vecinos querían la parcelaria porque era buena para todos y no hubo oposición», añade, aunque también recuerda que «unos ganaron y otros perdieron, pero eso siempre pasa en la vida. Y, aun perdiendo, ganaba uno».
Ese cambio supuso también una modernización. «En esa época ya había tractores, pero sobre todo lo que había eran muchos labradores», apunta Manolo Cañas, que sigue pendiente de sus fincas a pesar de los años. «Entonces había y ahora casi no queda ninguno», se lamenta Gabriel Valgañón, otro de esos pioneros. El expelotari Miguel Capellán y José Carlos Oca, agricultores profesionales hijos de esa generación de fundadores, asienten con la cabeza.
Porque en estos 60 años Hervías ha cambiado mucho y así lo recuerda Miguel Capellán padre, que llegó al pueblo para casarse con la parcelaria recién acabada. «En toda la comarca reconocíamos a los de Hervías como los más elegantes. No sé si tenían mucho o no, pero gastaban, sabían vestir y eran chulos», dice con una sonrisa. «Chulos no, de Hervías», sentencia Oca entre risas. Una elegancia que les brotaba como el cereal en sus campos. «Antes de la parcelaria la zona era cerealista y algo de remolacha de secano, a la que había que tener fe. Hoy el cereal sigue siendo lo principal, aunque hay guisante, patata...», señala Manolo Cañas. «La mejor cebada era de Hervías. Y no lo digo yo, lo decían los que la compraban», añade. «Es que esta tierra tiene usía, es la mejor. Se puede laborar si está seca o si llueve mucho. Y, además, produce», destaca Miguel Capellán padre.
Gabriel rescata de sus recuerdos cómo con un simple tractor se dibujaron los caminos de la parcelaria que, seis décadas después, siguen dando servicio. Gabriel, Miguel, Manolo y José Luis recorren uno de ellos, rumbo a la laguna de Hervías y la conversación acaba derivando en lo inevitable: la implantación del complejo Casafuerte para la producción de energía solar. «Como dinero, las placas son lo mejor. El labrador no puede con ellas. Renta cuatro veces más que la tierra y sin trabajar. Pero no me gusta», dice Manolo Cañas. «A mí tampoco, porque yo quiero seguir viviendo del campo, pero el dinero ha mandado», se resigna Capellán hijo.
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