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Dos pueblos riojanos figuran entre los 100 más bonitos del país, según la selección desarrollada por distintos expertos de Viajes National Geographic. En el listado aparecen municipios ligados por su pequeño tamaño y por su riqueza cultural y paisajística, entre los que se encuentran Ezcaray y San Vicente. Ambos reciben visitantes durante todo el año, pero ¿por qué merecen una especial mención en este ranking?
Puesto 29 de la clasificación Ezcaray
Ezcaray, según la publicación, destaca por distintos motivos. En primer lugar, por su abudante historia, «tal y como atestiguan sus abundantes edificios palaciegos y señoriales y sus bellas plazuelas porticadas». No en vano, en el siglo XVI se convirtió «en un importante destino por sus talleres de manufactura lanera y su Real Fábrica de Paños», convertida en la actualidad en Ayuntamiento y alberge.
La localidad continúa siendo un reclamo para algunas de las firmas de moda más conocidas de todo el mundo. Loewe o Carolina Herrera, por ejemplo, son algunas de las marcas a las que les interesan (y mucho) los productos que se elaboran de forma artesanal, como confeccionan los que confecciona Mantas Ezcaray.
Su centro histórico también destaca por la plaza de la Verdura y la del Quiosco, que albergan un constante vaivén de visitantes con ganas de disfrutar y de degustar la gastronomía. Si uno quiere degustar los paladares, el Portal del Echaurren (dos estrellas Michelin) es uno de los imprescindibles. El informe, además, apunta que hay que visitar sí o sí Parroquia de Santa María la Mayor por ser el único ejemplo de estilo gótico aragonés en La Rioja. Por todo ello (y por otras tantas cosas más) la localidad se sitúa en el número 29 de la clasificación.
Puesto 51 de la clasificación San Vicente de la Sonsierra
Unos cuantos puestos más abajo (pero no al final) se encuentra San Vicente de la Sonsierra. «Desafía a la lógica por estar en suelo riojano, pero en ribera alavesa». Por eso, según la publicación, «extraña la ausencia de un 'ongi etorri' cuando se cruza el viaducto moderno que atraviesa el río Ebro en paralelo al antiguo puente medieval». Allí, no obstante, se encuentra una imagen encantadora del pueblo: «Una instantánea en contrapicado con la sierra de Cantabria como telón de fondo que se conquista en sus calles».
Un paseo por sus distintas vías, además, permite disfrutar de una simbiosis de restos medievales, bodegas y establecimientos. Pero antes de entregarse a una cata, «merece la pena visitar el recinto amurallado, desde la plaza Mayor hasta el castillo, desde donde las viñas se divisan en plenitud. En las afueras, es recomendable desviarse a la ermita de Santa María de la Piscina, una joya románica rodeada de hallazgos arqueológicos entre los que destaca una necrópolis rupestre medieval». Por todo ello, se sitúa en el puesto 51 de la clasificación.
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