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«La muerte me encontrará con la pluma en la mano», solía repetir Mario Vargas Llosa, el penúltimo clásico de la letras hispanas. El escritor más relevante en español del último medio siglo, falleció a los 89 años en Lima. Su familia confirmó su muerte sin precisar la causa y anunció que no habrá ninguna ceremonia pública y que sus restos serán incinerados, tal como era su deseo.
«Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás una obra que le sobrevivirá», han señalado sus hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana, que le acompañaron en sus últimas horas Confían «en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos».
Novelista, cuentista, dramaturgo, poeta, ensayista, cronista, periodista y académico, publicó más de un centenar de obras e innumerables artículos. Fue con su amigo-enemigo Gabriel García Márquez unos de los representantes más destacados de la literatura del 'boom' hispanoamericano de los años 60 y 70 del siglo XX y un político liberal de carrera fallida y un irredento seductor con una volcánica vida amorosa.
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Ganador del Nobel de Literatura 2010, del Cervantes en 1994 y de Príncipe de Asturias en 1986, deja una obra ingente desarrollada en una vida intensa en lo literario, los político, lo público y lo sentinental. Candidato fallido a la presidencia de Perú, en los últimos años cosechó más titulares por su relación con Isabel, finalmente fallida, que por sus novelas. que por sus novelas.
Jorge Mario Pedro Vargas Llosa nació en Arequipa, Perú, el domingo 28 de marzo de 1936. Sus padres fueron Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llosa. Hijo único, vivió con su madre hasta su mudanza a Cochabamba, cuando su abuelo materno fue nombrado cónsul honorario en Bolivia. En 1946 conoció en Lima a su progenitor, a quien creía muerto, cuando este reanudó la relación con su madre. Con 14 años ingresó, por imposición paterna en el Colegio Militar Leoncio Prado de Lima. Sus experiencias en ese centro, un escenario de brutalidad que le marcó profundamente, inspiraron la novela 'La ciudad y los perros', que le dio fama.
Cuando en Lima le dijo a su padre que quería estudiar Letras, el autoritario progenitor montó en cólera. Se matriculó en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. Estudió derecho y literatura y militó en el entonces clandestino Partido Comunista. Cuando a los 18 años le anunció que se iba a casar con su tía Julia Urquidi, diez años mayor que él, el berrido paterno se oyó en todo el Perú. Estas turbulencias infantiles y juveniles -hubo épocas en las que pasó estrecheces económicas, incluso llegó a trabajar en un cementerio- le inspiraron 'La ciudad y los perros', obra con la que obtuvo el premio Biblioteca Breve , y también le sirvió de base para esa deliciosa novela 'La tía Julia y el escribidor', donde relata sus amoríos con su tía y primera esposa.
Divorciado de Julia Urquidi en 1964, al año siguiente se casó con su prima Patricia Llosa. De la unión nacieron Álvaro (1966), que sigue la estela de su padre, Gonzalo (1967) y Morgana (1974).
En 1957 publicó su primer relato, 'El desafío'. Un año después, ya graduado, se doctoró con una beca en la Universidad Complutense. Luego se estableció en París, donde trabajó como periodista
«La buena literatura es un entretenimiento fantástico, pero también es algo que proporciona conocimiento sobre el mundo en que vivimos» explicaba Vargas Llosa a sus alumnos en Nueva York, donde tenía un apartamento y donde supo que había merecido, al fin, el Nobel de Literatura. Desde su primer libro, 'Los jefes (1959), colección de relatos que obtuvo el premio Leopoldo Alas, su carrera de escritor fue imparable. «Le he dedicado muchas horas a la escritura, pero ha supuesto un gran gozo, un gozo que comporta sacrificios y también grandes recompensas», decía el autor de títulos imprescindibles como 'La casa verde' (1965), 'Conversación en La Catedral' (1969), 'Pantaleón y las visitadoras' (1973) 'La guerra del fin del mundo ' (1981), la fallida 'Lituma en los Andes', que le dio el Planeta en 1993, o 'La fiesta del Chivo' (2000).
Unas novelas que le convirtieron en un clásico contemporáneo y por las que mereció el el Nobel «por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes sobre la resistencia, la revuelta y la derrota individual».
«Gran parte de este premio se lo debo a España», dijo al recibir el Nobel en Estocolmo. «Es en este país donde me hice un escritor conocido, donde mi obra fue publicada, reconocida promovida». También tuvo palabras de agradecimiento hacia las personas que le ayudaron en su trayectoria: Carlos Barral, su primer editor, y Carmen Balcells, su agente, que le puso a sueldo para que se dedicara solo a escribir.
Como ensayista y cronista analizó con lucidez a los escritores que le apasionan (Flaubert, Víctor Hugo, Juan Carlos Onetti, Sartre o Camus) y a su primer amigo íntimo y luego gran enemigo Gabriel García Márquez. Un ensayo como 'La verdad de la mentiras' se lee con la misma facilidad que sus novelas, como sus recuerdos políticos, reflejados en el volumen 'El pez en el agua' sobre su fracasado intento de ser presidente de Perú
Su progresivo distanciamiento del marxismo lo llevó a renegar públicamente de esta ideología en la década de 1980, para terminar abrazando el pensamiento liberal. Activo opositor a la política nacionalizadora del presidente izquierdista peruano Alan García, en 1990 se postuló como candidato a la presidencia de la República al frente de una coalición de centro-derecha. En la segunda vuelta fue derrotado contra todo pronóstico por el populista Alberto Fujimori.
Tras su derrota electoral se estableció en Madrid. En 1993 obtuvo la doble nacionalidad peruano española. Ingresó en la Real Academia Española (RAE) en 1994, donde ocupó la silla L. Ha escrito siempre en castellano, pero vivió a caballo entre Madrid, Londres, París, Barcelona, Lima o Nueva York. Su bastión español era la casa madrileña de la calle Flora, muy cerca del Palacio Real, hasta que e mudo a la villa que compartió durante casi una década con Isabel Preysler.
Al cumplir 80 años, en plena actividad, enamorado como un adolescente y con una novela recién entregada al lector, 'Cinco esquinas', recibía un regalo de ensueño que, según confesó, le ilusionó más que el Nobel de Literatura. Fue el primer autor no francés que entró en vida en 'La Pléiade', la mítica colección del sello Gallimard, que publicó en 2016 dos volúmenes con sus mejores novelas. Para celebrarlo reunió en la Casa de América a Rajoy, Aznar, y González, a varios mandatarios latinoamericanos, a grandes escritores de las dos orillas del español y colegas de Nobel como el turco Orhan Pamuk.
«Entrar en 'La Pléiade' es un sueño que me maravilla» dijo Vargas Llosa, un «afrancesado» declarado que cada cumpleaños acostumbra a regalarse un volumen de la colección de clásicos y que señala a Dumas, Verne, Hugo y Flaubert como forjadores de su vocación literaria.
No en vano, vivía en París cuando Carmen Balcells le obligó a dedicarse a la escritura en exclusiva y a dejar el periodismo a finales de los sesenta, y allí escribió sus primeras novelas. «Fueron años decisivos para mí porque realicé mi sueño de niño: llegué a escritor», explica en el prólogo del primer tomo que incluye 'La ciudad y los perros', 'La casa verde' -con un ensayo del propio autor sobre los secretos de esa novela-, 'Conversación en la catedral' y 'La tía Julia y el escribidor'. 'La guerra del fin del mundo', 'La fiesta del chivo', 'El paraíso en la otra esquina' y 'Travesuras de la niña mala' conforman el segundo tomo, que incluye una cronología de la vida y obra del escritor nacido en al localidad peruana de Arequipa en 1936 y en la que solía celebrar cada años su cumpleaños, y que cedido su vasta biblioteca. Allí se celebrara este otoño el Congreso Internacional de La Lengua Española que tanto ansiaba presidir.
La legendaria colección del sello francés acoge muy excepcionalmente a autores vivos, menos de una veintena en casi un siglo y todos franceses. Pero su catálogo se amplía con ocho de las dieciocho novelas del académico, Nobel de Literatura y premio Cervantes, aparecidas entre 1963 y 2006. Sólo dieciséis autores han entrado en vida en 'La Pléiade'. El último fue el novelista francés Jean d'Ormesson, que se convirtió en miembro de este exclusivo club con los 90 cumplidos. El argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), otro miembro latinoamericano del 'club Pléiade' entró en la prestigiosa colección en 1993, siete años después de su muerte.
El abundante material biográfico que soporta el aparato crítico de Vargas Losa procede de los manuscritos, cuadernos, cartas fotos y apuntes depositados en la universidad de Princeton.
Marito y Gabo, Vargas Llosa y García Márquez, fueron los grandes astros del 'boom'. Ambos fueron vecinos en Barcelona, pupilos de Carmen Balcells y ganaron el Nobel con años de diferencia. Pero la mutua admiración y amistad acabó convertida en inquina.
Para su disgusto, aseguraba él, Vargas Llosa estuvo en su últimos años de vida más presente en la prensa rosa, de la que abominaba, que en los suplementos literarios. La causa es su fogoso amor por Isabel Preysler, emperadora del cuché, con quien el escritor convivió casi una década -ocho años- tras abandonar a Patricia Llosa Urquidi, prima carnal y su esposa desde 1965. Patricia es la madre de sus tres hijos, por quien el escritor derramó emotivas lágrimas de agradecimiento en su discurso del Nobel y por cuyo amor propinó a Gabriel García Márquez hace casi cincuenta años el puñetazo más aparatoso y sonado en la historia de la literatura hispana.
Marito y Gabo pasaron en un instante de amigos del alma a enemigos íntimos. Fue el 12 de febrero de 1976 tras un pase de la película «Supervivientes de los Andes» en el Palacio de Bellas Artes de México. García Márquez se disponía a abrazar a su colega pero recibió un fiero y contundente derechazo de su hasta entonces queridísimo Mario que le dejó un ojo a la funerala.
«Por lo de Patricia» dijo el ofendido y furibundo Marito al lanzar el puño que tumbó a Gabo, que cayó con rostro ensangrentado y sin decir ni mu. Otros dicen que no mediaron palabras. Elena Poniatowska, futura ganadora del Cervantes, fue quien aplicó el clásico y efectivo remedio del filete sobre el rostro amoratado del genio colombiano.
En 30 páginas de un libro indispensable, 'Aquellos años del boom', Xavi Ayén arroja luz sobre el incidente. Una noche de verano de 1975 Patricia, que ultimaba gestiones para cerrar la casa de Barcelona, sale a cenar y beber con Carmen Balcells, Jorge Edwards y Gabo. Patricia debía tomar muy temprano un vuelo a Lima. Gabo se ofreció a llevarla al aeropuerto, pero se extravió y Patricia perdió el avión, según Edwards. Mario sospechó que fue porque Gabo quería llevársela a un hotel, pero Ayén aventura que en una velada de copas y confidencias el autor de 'Cien años de soledad' «cometió una indiscreción mayúscula, y reveló a Patricia Llosa alguna correría de su marido en los años de Barcelona». Vargas Llosa sintió que «Gabo había corrompido la amistad al irse de la lengua».
Otras versiones apuntaron antes que García Márquez habría sugerido a Patricia que se separase de Vargas Llosa tras una infidelidad del escritor peruano. O que Patricia, para vengarse de la aventura de su marido y primo con una azafata sueca, le dio a entender que en su ausencia, había tenido una aventura con Gabo. Hubo quien dio una explicación ideológica, dado que ambos narradores estaban políticamente situados en las antípodas, socialista y amigo de las revoluciones Gabo, liberal conservador Marito.
García Márquez tenía 49 años y Vargas Llosa 40. El colombiano pidió dos días después a su amigo fotógrafo Rodrigo Moya que le retratara con el ojo amoratado, acaso con la intención de denunciar al agresor. Y así apareció, sonriente y sin asomo de dolor, en la portada del rotativo La Jornada, que publicó la imagen tres décadas después.
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